jueves, 10 de noviembre de 2005

Moldavia

Es Moldavia un país pequeño y tranquilo, paisaje colmado de bosques y viñedos. Un país en el que conviven dos culturas, dos idiomas, dos etnias, pero en una forma en que no sabes cuándo termina una y cuándo empieza la otra. Los moldavos son latinos, siendo su idioma una variedad dialectal del rumano. Históricamente han utilizado el alfabeto latino hasta que llegó la Revolución Soviética, en la que quedaron enmarcados, y se les obligó a escribir en cirílico. Tras su independencia, el alfabeto latino se ha vuelto a imponer, digamos que poniendo las cosas en su sitio. El problema es que ha causado montones de problemas, ya que al menos una generación al completo sólo ha escrito moldavo en cirílico y ahora, con 50 o 60 años, tienen que aprender de nuevo.

Al mismo tiempo, la gran mayoría de los moldavos habla ruso, casi como su lengua materna. Y al revés son muchos, aunque no tantos en proporción, los rusos y ucranianos, que representan un 25% de la población del país, que hablan moldavo. Por lo tanto nos encontramos con que 3/4 de Moldavia es bilingüe, hecho que se refleja perfectamente en los medios de comunicación, radio, televisión y prensa escrita, y en la vida diaria a pie de calle.

Pese a que los moldavos son latinos, es muy curioso encontrarse con tantas similitudes en el carácter y en la mentalidad a los rusos y ucranianos, que son eslavos. Es de suponer que, además de haber estado integrados en la URSS, influirá el hecho de que son ortodoxos. No creo que haya habido una simbiosis tal entre culturas e idiomas en ninguna de las antiguas repúblicas socialistas soviéticas.
La principal figura histórica del país, el cuál aparece en todos los billetes, es el voivoda, o príncipe, Ştefan cel Mare (el Grande), que gobernó de 1457 a 1504 y que combatió contra los turcos incansablemente en 36 grandes batallas, de las que salió vencedor en 34 de ellas. Para conmemorar cada triunfo militar ordenaba construir un monasterio o una iglesia de las cuáles se erigieron no menos de 44. Algunas de ellas forman parte del patrimonio cultural de la UNESCO.

Es un país muy recomendable para viajar. Es pequeño, bonito, tranquilo, un vino estupendo y unas bodegas preciosas, espesos bosques, multitud de monasterios y un idioma que hará que los que hablamos español nos sintamos cómodos.

sábado, 29 de octubre de 2005

Diario de viaje de Ángel: Moldavia

YA EN CHIŞINĂU.

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Tengo las manos pintadas de azul, como el cielo que sigo persiguiendo, mientras la música latina y el Sanz lo hacen conmigo... El azul viene trasvasado desde las manos del restaurador de una capilla perdida en medio de las montañas moldavas.

Vivo un día metálico, y no lo digo ni por frío ni por pesado, en absoluto. Brillante sí. Lo digo más porque vivo una cadena, y sus eslabones son experiencias fascinantes, con esta gente que me cruzó en mi camino, ¡deliciosos todos!

Viajé en minibús adentrándome en el país.

De repente, descubrí con mis ojos la existencia de un extraño pueblo. De puertas azules y muros lilas. Pero tonos livianos, como el paisaje que veo.

La tierra está teñida con pintura de color marrón oscuro y el bosque, tan extenso aquí, tiene como un velo y no por vergüenza, porque le encanta el otoño, como a mí. El verde del campo, además, se está aclarando poco a poco. Está como callado, a la espera de su abrigo blanco. Todo se encuentrasalpicado con tinte sepia.

Observo estos detalles en mis 5 kilómetros a pie junto a otro moldavo, ambos en busca del arca perdida, cada uno con acepciones distintas.

Visito una tierra alejada. Con pastos y vacas. Río. Montaña. Monasterio e iglesia.

Los árboles aquí se entremezclan en su orgía placentera de vida y naturaleza. Unos me muestran ya su desnudez cruzada. Otros se expresan desenvolviendo su erotismo a medias. Todavía con movimientos elegantes de sus abanicos de damas dieciochescas, que no emperifolladas ya. Aunque sí maquilladas con sombreado amarillo. Los últimos, mas recatados, se resisten a quitarse sus ropajes verdes. Cada uno transcurre en escena con metrónomos diversos...

Todos esperan, aunque ninguno impaciente, el verdadero orgasmo de la naturaleza, el cenit de su ciclo, con su semen invernal.

Visito la iglesia de Orheil Vecchi. Encuentro que están en pleno proceso de restauración. Sus dos personajes me encantan. El monasterio parece cerrado. Jo. Despierto a un pastor o "melopeo", no sé, que dormita cercano a la entrada, pero no me sabe decir nada más que "da-da-da". !Viva Duchamp! Vuelvo a la puerta. Gran candado. Llamo. No sé, de nuevo. Voy a ver por el lado del precipicio, por la antigua puerta según el mapa. Otro pastor con sus vacas, me saluda sorprendido. De repente, desde la cumbre de las rocas (yo ya descendiendo por abajo cual cabra, siempre, montesa a veces), el Sol ilumina unas largas barbas blancas, que casi se me ofrecen como las coletas de Julieta. Es el monje del monasterio que me pregunta si quería ver laiglesia. De puta madre. Conseguido. Y qué visita. Qué emoción. Explicándome cosas de ese lugar tan mágico. Cuatro palabras en italiano. Cuatro palabras en moldavo. Exhibo mis conocimientos del idioma. Yo tal, yo cual. Eu, eu... Y a él le encantan las similitudes con el castellano. Encantador. Me enseña la grieta que abrió en la roca la espada de un terremoto en 1816. Me enseña la capilla, las antiguas celdas, su lecho. Le fotografío. Qué rostro. Qué ojos azules intensos. Me traspasan...

Si no tuviera ya el apartamento en Chişinău, le compraría un queso y me quedaría con él a pasar la noche...

Salgo. Me dirijo al pueblo cercano de Trebujeni para coger el autobús de las tres. Y entonces, aparecen tres mujeres. Madre, hija y prima, creo entender. Me dicen algo. Tratamos de comunicarnos. La madre ve mi cámara y me pide una foto. UF!! Yo más que encantado de tomársela. Acabo retratando los rasgos de las tres diferentes féminas moldavas y rurales que aparecieron en mi senda. Qué calidez. Qué calidad. De sitio, de gente, de humanidad. Aunque nos quedamos los dos, la madre y yo, con las ganas de fotografiar a su "mama", pero es que el autobús de las tres era el último que me esperaba... No obstante, tomé su dirección para mandarles las tres fotos a su pueblo.

Entonces, voy camino de Trebujeni, y paro a un coche, para ver si me puede acercar que ando algo agobiado con la hora. Me dice que va cargado, pero que dónde voy. Le explico como puedo con mi rumano básico, que a coger el bus de Chişinău. El matrimonio entrañable me dice que me espere ahí un rato y que me llevan. 50 Km. Sencillamente consiguen hacerme volar, que eslo que escribía antes.

O como el chico de esta mañana. Recibí varios "desconocimientos" seguidos de la gente por la calle que necesitaba encontrar, y varias reacciones a la "eslava", porque este es un país de mezcla, de transición, mas de fusión, de culturas, y de puntos cardinales, de este y oeste, de norte, de sur... Pregunté al siguiente viandante que me tocaba, y me acompaño personalmente, y en contra de su dirección, dos kilómetrosandando!! Incredere!!


Nota: Creo que entré en el mejor restaurante de Chişinău. Pero eran casi las 4 y necesitaba darme un festín. Un truchón exquisito con revuelto de huevo, smetana, queso rallado de oveja y mamalinga (una pasta amarilla de maíz, creo, típica de Moldavia). Uf. Uf. Uf. Éste si que es el orgasmo de la naturaleza que describía antes. No sé lo que pagaré, pero me dejo seducir por las sugerencias de la camarera. Completemos todo. Café y coñac de 25 años del Stefan Cel Mare, que fue el Cid Campeador moldavo, me parece. Me voy a emborrachar a las 5 de la tarde!!!

Dormiré un ratito en mi superapartamento... es tan kitsch a la moldava, aunque tampoco sé qué significa eso, pero suena bien. Dos sillones con pelo azul encendido. Una cama enorme que parece el lecho del Stefan Cel Mare ese. Pero lo mejor: el váter... acolchado!! te cagas!!, jaja, siempre te cagasen este viaje!! Qué trono, para el rey que les visita.

Y ya, concluir con mis sensaciones de Chişinău, leves por prontas, pero buenas y más que interesantes. Por todo. Por el lugar, por sus gentes y costumbres exhibidas con grandiosa naturalidad.

Chişinău... He descubierto la verdadera Venecia desconocida. Ni Ámsterdam, ni San Petersburgo, que dicen por ahí... Es Chişinău... Se me llena la boca con su nombre exótico.

Pero aquí la laguna es verde y amarilla. Verde con V de Véneto, y A por el Aleluya que grita mi alma, por la alegría de seguir descubriendo que "otra Europa es posible" encontrar... delicious... crasivua...

Aquí, los canales se forman arbóreos, conectándose infinitos, imparables y tranquilos. Me regalan un aire relajado de por sé. Natural, claro. El conjunto, mejor que bueno. Conseguir en una urbe y capital, que los edificios y manzanas, sean islitas, bañadas por verdes mares, es toda unaconquista como las del Stefan de nuevo.


Permitidme la licencia de apuntar una última cosa, mi conclusión, y que nadie se moleste. Pensaba en la formula: DESARROLLO + SOFISTICACIÓN = PÉRDIDA DE AUTENTICIDAD.

jueves, 13 de octubre de 2005

Diario de viaje de Ángel: Lituania

12 de octubre

Mi retina se niega rotunda a dormir su resaca letona, de bares en el piso 26 de un hotel sobre la Riga vibrante y nocturna. Se niega rotunda porque esta Lituania recién penetrada me llama poderosa la atención. Veo millones de fotos continuas, aunque no las tomo ahora, las aprehendo hondas con su vidapalpitante y en su sentido amanecer.

Llanura verde y sonrosada por mi rubor.

Adoro este extraño sol que me sigue acompañando y que me colorea mágico siluetas preciosas y entornos mágicos de contornos encontrados en este dulce otoño cálido y caliente, por qué no, jeje.

Me asombro y me fascino... El color, la luz, sus facciones, su lengua, sus lenguas y cabellos, y ropas y ropajes, envolturas de suave enigma, las estructuras y casas, sus voces entonadas con leve cadencia y profundidad solemne.

La llanura verde y marrón atravieso, con sus ofertas de colores pastel, encendidos y mates a la vez.

Un pájaro planea paralelo.

Adoro hasta estos postes de la luz y sus cables, que me regalan formas y me dividen planos de cielo azul y claro. Nuevas esferas celestes y puras que adornan mi senda.

Esta cúpula es la que amo. Esta catedral es la que me gusta ver, visitar, sentir y vivir!! Estoy dentro y me encanta.

El autobús nos guía, con una bandera rusa en su fachada. Transporta nuestros sueños, que se desgajan contentos con la fricción de este aire lituano, y encuentran su sitio entre las vacas y pastos...


12 de octubre, mas tarde.

Rodeado de cruces, en este lugar tan especial y áureo.

Suena una radio lituana pero brilla en la escena un sol ibérico radiante, haciendo gala a su día de la hispanidad. Nos homenajeamos mutuos en brindis profundos de belleza virgen para mis ojos.

Su origen, de este lugar, de la colina de las cruces, se asocia con la represión violenta de un levantamiento popular en 1831. Pero, sobre todo, las cruces se fueron situando misteriosas, tras la muerte de Stalin y el regreso de muchos, de los que consiguieron resistir, de los trabajos forzosos, tan sociales y comunes!. Cruces en memoria de aquellos que ya no volverían.

Lo mágico fue la fuerza que desplegó este lugar frente a los infinitos intentos de la filosofía y maquinaria soviéticas por tratar de destruirlo. Inundaron el terreno, cerraron carreteras, paradas de bus, quitaron las cruces, quemándolas o fundiéndolas... pero siempre al amanecer (de nuevosentido) aparecían nuevas cruces... siempre.

Incombustible lugar infinito.

En 1975 desistieron en su obstinada e imposible batalla.

sábado, 24 de septiembre de 2005

Supersticiones

Los rusos son un pueblo tremendamente supersticioso. Sinceramente, no sé de dónde les viene, pero es un hecho innegable. En mi opinión, hoy en día las supersticiones se han convertido más bien en pequeñas tradiciones que todo el mundo acepta religiosamente y cumple a rajatabla. Una vez le pregunté a un amigo "-¿De verdad crees que por no hacer esto vas a tener mala suerte?-" A lo que él me respondió: "-Me da lo mismo, simplemente hay que hacerlo así y ya está-."
Paso a enumerar algunas de las que he podido observar:

  • Está usted con varios rusos alrededor de una mesa tomando un vodka o una cervecita. Al principio no reparará en ello, pero si es una buena fiesta (de las buenas rusas, en las que se bebe mucho) se dará cuenta de que sus compañeros, cada vez que se acaba una botella, la retiran inmediatamente y la dejan en el suelo. Se puede pensar que es algo lógico por la falta de espacio o por precaución. Lo que sea. Pero inexorablemente irán apartando cada una de las botella de alcohol que se vacíen.

  • Imagínense una situación. Usted va a casa de un amigo ruso. Llama al timbre y éste le abre la puerta. Su amigo le saludará efusivamente y siempre le invitará a entrar antes de darle la mano. Para los rusos da mala suerte estrecharse las manos estando dos personas situadas entre el marco de una puerta, es decir, uno dentro de la casa y otro en el pasillo.

  • Otra situación. Está con rusos y sin querer pisa a alguien. Le pide perdón y no ocurre nada. Pero a los pocos segundos nota que esa persona le pisa a usted pero muy flojito. No piense: "-Será cabroncete, que me ha pisado habiéndome yo disculpado, y además, a caso hecho me ha vuelto a pisar. Vaya un vengativo -." Es una superstición muy típica. La persona que ha sido pisada digamos que no se queda "tranquila", por lo que, a su vez, tiene que volver a "pisar" para "igualar" la situación.

  • Al comer, nunca se debe tomar un bocado del cuchillo, ni tampoco chupar o lamer los restos de comida que en él se encuentren.

  • Tampoco se puede encender un cigarrillo con una vela. Se parece a una tradición que existe en algunos sitios de España, por la que "matamos" a un marinero. Pero ellos no saben por qué.

  • No hay que pasar por debajo de una escalera de mano. Algunas supersticiones son internacionales.

  • La bolsa de la basura no debe ser sacada de casa después de las 6 de la tarde, más o menos. Ni tampoco se debe silbar dentro de la casa. En caso contrario en esa casa no volverá a haber dinero.

  • Una chica soltera nunca puede sentarse en la esquina de una mesa, o durante 5 años no podrá casarse con nadie. Esto es típico en las reuniones familiares, donde las abuelas se preocupan de ver dónde se sienta cada uno, y en especial las chicas jóvenes, para que no haya ninguna "desgracia".

  • Queda también tajantemente prohibido que una chica se mire en un espejo roto, o de lo contrario, cada día se volverá más fea.

  • Посидим на дорошку (Nos sentaremos en la carretera). Un ruso sale de casa. Va a algún lugar, y durante un tiempo determinado no regresará, porque se va de viaje o a pasar un par de días a otro sitio. De repente, ya en la calle, se da cuenta de que ha olvidado algo. Debe ser algo imprescindible para que le haga volver, de otra forma no regresará. Cuando está en casa, antes de marcharse definitivamente, se sentará durante al menos un minuto, se relajará e incluso se mirará en el espejo de la entrada (todos tienen uno). En caso de que esa persona vaya acompañada, le pedirá a la otra que vaya en su lugar.

  • El novio nunca debe ver el traje de la novia antes de la boda. Eso a nosotros nos suena, solo que ellos sí que lo cumplen taxativamente.

  • Una chica está con amigos y uno de estos le da un cachete cariñoso en el culete. Pues este desalmado deberá inmediatamente darle un tironcito del pantalón o falda. Un tironcito por cada cachete dado. Si no lo hace, la pobre chica perderá un pretendiente por cada cachete recibido.

  • Más sobre las chicas (cómo les gusta el tema). Si una muchacha va a dormir a un sitio extraño, un sitio que no es su casa y en el que no ha estado nunca, piensa para sí: "-Я сплю на новом месте, приснись жених невесте!-." (Voy a dormir en un sitio nuevo, tráele un novio a la novia). Y si la chica sueña con un chico, pues ese será su prometido. Absténganse por favor de pensar que si una muchacha tiene un sueño donde aparecen dos o más muchachos es una frívola o una descarada (y menos aún pensar que es ninfómana, en los sueños puede ocurrir de todo).

  • Una madre y una hija están hablando, por ejemplo. La madre ve que la hija tiene una pestaña en la mejilla, y se lo dice, al tiempo que le pregunta si la tiene a la derecha o a la izquierda (На каком глазу: на правом или на левом?). Si la chica lo acierta puede pedir un deseo.

  • Si una persona se encuentra entre otras dos que son tocayas (dos personas con el mismo nombre) puede agarrarles por las manos y pedir un deseo.

  • Si se pasa por debajo de un puente en el momento en que pasa un tren, también se puede pedir un deseo (no, si por pedir que no quede).

  • ¿Se acuerdan ustedes de cuando sientan a un niño pequeño sobre su pie y balancean la pierna, como si el crío estuviera montando a caballito? Bueno, pues si lo hacen como una especie de tic nervioso, esto es, sin ánimo de entretener a ningún pequeño neófito, y se encuentran en Rusia o con rusos, absténganse. Para ellos significa que están meciendo al mismísimo Satanás (¿y cómo puede un piadoso cristiano cometer semejante locura?).

  • Si una persona está cocinando, por ejemplo, y se quema un poquito la yema del dedo, antes de chupárselo (la reacción más usual e inmediata) deberá tocarse con él el lóbulo de la oreja, durante un minuto más o menos. Después ya puede curárselo o lo que quiera.

  • No se puede soplar a una cuchara. Sin comentarios.

  • Cuando a un ruso le pica un mosquito, lo primero es hacerse en la picadura dos pequeñas incisiones con la uña en forma de cruz.

  • Si uno va por el bosque y escucha a un cuco cantar (cu cú, cu cú) debe preguntarse en ese momento: "-Кукушка, кукушка, скажи, сколько мне осталось леть жить-" (cuco, cuco, dime cuántos años de vida me quedan). Desde el momento en que se escucha al cuco cantar, se debe contar cuántas veces lo hace y obtendremos el resultado. Claro que... en Rusia hay muchísimos bosques.

  • Si te golpeas accidentalmente la frente con otra persona, debes inmediatamente hacerlo tres veces más, suavecito claro, al tiempo que repites "Чтобы не было беды!" (para que no ocurra un infortunio).

  • Antes de tener un examen, hay que poner los apuntes debajo de la almohada, y dormir de esta guisa. Así te vas a saber a la mañana siguiente mejor el temario.


jOrgE – julio 2001

Moscú, la triste Moscú

Este es el primer relato que escribí, hace ya algún tiempo...

El vaivén del vagón de metro le ayudaba a pensar. A ello se le unía la monotoneidad del murmullo que formaban decenas de personas hablando en ruso, idioma que, por cierto, es especialmente cansino en su ritmo y lineal en su entonación, al tiempo que agradable al oído, con esa profusión de sonidos suaves y silbantes, tan sugerentes.

El asiento era duro e incómodo, de marrón desgastado, pero se encontraba muy a gusto. Iba apretujada en sus ropas, hacía frío. De vez en cuando miraba el paisaje, porque iba por una línea que llegaba hasta suburbios muy lejanos del centro de Moscú, y en ese trayecto había muchas estaciones en la superficie. Lo que veía era siempre lo mismo, cunetas con nieve y feos y sucios edificios más atrás, llenos de gente con muy poco dinero pasando probablemente incluso más frío que ella. Le daba pena ver una gente tan triste y tan pobre. También había árboles, muchos, y de vez en cuando alguna carretera sobre la que circulaban cansinamente destartalados coches, la mayoría demasiado viejos para ser conducidos. Aquél país le producía una extraña sensación. Había oído tanto de pequeña sobre el poderío y el peligro ruso que cuando echaba un vistazo a su alrededor no podía menos que sentirse defraudada, como si la hubieran engañado.

Ana podía percibir una nota de tristeza y desesperanza en el fondo del semblante de cada ruso al que miraba. Gente que nunca había tenido nada, pero que durante unas décadas se sintió orgullosa del poder de su país, temido y respetado en todo el mundo, y eso, en su paciencia infinita, les colmaba. Pero ahora todas estas personas, después del derrumbe de la Unión Soviética, estaban peor que antes, ya no les quedaba ni poder, ni orgullo, ni nada.

Lo único que les restaba era la paciencia, manteniendo la esperanza de que ya llegarían tiempos en los que de nuevo levantarían la cabeza y volverían a ser poderosos y temidos, incluso más que antes.

Los veía sentados y de pie alrededor de ella. Todos serios, pensando en sus cosas, en sus tediosas vidas. Muchos iban a comprar con el poco dinero que llevaban, sujetando viejas y sucias bolsas de tela raídas en las que echar un poco de comida. Eso de las bolsas de plástico era para los Nuevos Rusos y los extranjeros. Otros vendrían del trabajo, cansados, pensando en cuándo iban a cobrar lo poco que recibían. Jóvenes, viejos, niños, mujeres, hombres, todos con el mismo rasgo reflejado en su rostro: el agotamiento. Iban vestidos con ropa vieja y desgastada, de colores monótonos, prendas sin personalidad, aburridas, iluminadas por alicaídas luces de neón que les conferían un aspecto que incluso se podría definir como lúgubre. Además, el intenso frío y el tener que andar por la nieve, había consumido sus últimas reservas de energía. Algunos leían antiguos libros de pésima calidad, arrugados y con las hojas amarillentas, clásicos rusos la mayoría. En Rusia cualquier barrendero o ama de casa se sabe de memoria pasajes de Pushkin, Tolstoi o Dostoevski. La lectura siempre fue algo fundamental durante la Unión Soviética: a los rusos les encanta la literatura, el sistema educativo era muy bueno y además no había mucho más que hacer...

Enorme es Moscú, gigante es Rusia. Cansa el frío, cansan las distancias, cansan los problemas. Cansa ver que llegó la ansiada democracia, y ahora hay "libertad" pero no pan. Cansa ver a los mafiosos y a los nuevos rusos alrededor de ellos llevar un ritmo de vida de lujo inusitado y antes ni siquiera imaginado. Cansa el tedio. Cansa la nostalgia. La mayoría de los rusos malviven, pero a casi todos todavía les quedan ganas de reírse, de contar bromas, de pasarlo bien, de reunirse con amigos, de agasajar a los extranjeros. De olvidarse por un rato de sus problemas y sentirse felices. Pueblo acostumbrado a sufrir durante siglos la tiranía de invasores, zares, burócratas, comunistas y demócratas, infinita es su paciencia y nadie podrá quitarles nunca la esperanza.

jOrgE - febrero 1997

Los Udmurtos


Udmurtos: Un pueblo magiar influenciado por
dos culturas, la eslava y la tártara

En la escuela nos enseñaron que la capital de la Unión Soviética era Moscú. Con ello nos ahorrábamos el estudio de unos veintidós millones de kilómetros cuadrados. En cuanto a su historia, sabíamos que la gobernaron los zares, que hubo un intento de invasión por parte de Napoleón y Hitler, y que actualmente la gobernaban los comunistas contrarios al régimen imperialista americano. En cuanto a sus gobernantes, pues quién no conoce a Iván IV el Terrible, a Pedro I el Grande, a Catalina II, a Lenin, Stalin y, cómo no, Gorbachov. Pero para conocer algo más se tenía uno que especializar en historia de un pueblo que sitió un territorio poblado de gentes con rasgos y características propias, algunos originarios de pueblos de actual relevancia como los húngaros, fineses, búlgaros...

Actualmente, con el desmembramiento de la Unión Soviética en repúblicas independientes, la gente conoce la existencia de pueblos aparecidos en la historia pasada, como el lituano, el ucraniano, el bielorruso, estonio y letón; se empiezan a conocer, debido a los grandes conflictos existentes allí, pueblos caucasianos como es el de Georgia, Azerbaiyán y Armenio; pero, ¿y los países asiáticos?. Se puede saber que Samarcanda es una ciudad de Uzbekistán, o que Kazajstán es un país mayor que cualquier otro europeo (excepto Rusia). ¿Y Kirguizistán, qué se sabe de él? o Turkmenistán, ¿es un país? ¿y Tayikistán, cuál es su capital? Son países de los que la gente común no sabe nada, prácticamente ni ha oído hablar de ellos.

Se conoce muy poco de la historia de Rusia, al tiempo que se sabe mucho del colonialismo portugués, español, inglés y francés, cómo al llegar a África, a Oceanía, a América y al sudeste asiático hubo exterminios y gran pérdida de muchas culturas indígenas. Sin embargo Rusia se expandió por todo el norte asiático, dominando miles de pueblos, pueblos que no perdieron su cultura, pueblos que hablan su lengua materna y cuyas tradiciones son su forma de vivir, sin conocer todavía el fervor de Occidente por invertir en bolsa. Esos pueblos son casi vírgenes, sólo influenciados por la cultura eslava. Algunos de ellos son conocidos como los tártaros; pero tártaros no son sólo los de Tatarstán, hay muchos que perdieron su autonomía. Otros son antecesores a las invasiones Tártaro-mongolas, entre ellos está la raza etnográfica finougriana que se dispersó por territorios cercanos a los Urales y otros son originarios de las actuales Finlandia y Hungría. Entre ellos está un pueblo pequeño, el udmurto, que consiguió una república autónoma pues conserva su historia y cultura con el paso de los años. A este pueblo, a sus habitantes y a la tradición udmurta va dedicado este relato para tener conocimiento de un pueblo que existe en la actualidad y no se estudia en clases de historia, pues no fue, ni creo que será, un pueblo guerrero e invasor, sino un pueblo que es capaz de convivir con tártaros, rusos y toda etnia que se acerque a sus tierras.

La actual Federación Rusa se compone de dieciséis repúblicas autónomas, una de ellas se sitúa en los bosques preurálicos; y es allí donde nace el hermano mayor del Gran Volga, el Kama Blanco. En tal paraje regado por miles de plateados manantiales es donde viven desde tiempos inmemoriales los udmurtos, un pueblo finougrio recorrido por gran diversidad de pueblos de la estepa y que actualmente se encuentra influenciado tanto por los rusos (la etnia con mayor presencia) como por los tártaros, vecinos en territorio. Es un pueblo pequeño pero, aún no siendo mayoritario en su tierra, conservan una arraigada historia y cultura.

Parientes de este pueblo son los húngaros del Danubio, los "jantos" y "mansos" del Obi y los pobladores autóctonos de Komi. Todos ellos tienen la misma procedencia finougria pero evolucionaron independientemente en el tiempo y situación. Conservan palabras comunes como: nieve, viento, hoguera, sangre, mano, hijo, árbol; todas ellas ancestrales y necesarias para un mundo sin tiempo.

* * *

El ser humano busca la felicidad como razón de ser. Desde tiempos ancestrales, el Ser Humano ha intentado buscar y conseguir la felicidad, es algo innato en él. Pero para ser feliz has de tener todo lo que te es necesario, por ello el hombre se extendió por todo el mundo para encontrar algo sin necesidad de compartirlo con otro humano. Pero el mundo es muy diverso, tanto como el carácter de este ser bípedo. Por ello el hombre empezó a invadir territorios poblados por otros congénitos en busca de lo que ellos habían elaborado durante mucho tiempo. Aparecen hordas que arrasan a otros pueblos, reinos y civilizaciones en busca de comida, riqueza y toda posesión, independientemente de usos necesarios o innecesarios de esos materiales nuevos en conocer. Con ello evolucionaron las civilizaciones, cambiando los sistemas de vida y las necesidades. Sin embargo el hombre sigue en búsqueda de la felicidad. Se tiende a una acomodación física pero, siempre falta algo para hacerle feliz. Algo que, en nuestra civilización coincide con lo material.

En este movimiento de hordas y formación de civilizaciones, el pueblo finougrio se situó en los Montes Urales. Eran zonas boscosas, de fuentes de agua, ríos cristalinos donde la naturaleza atrae al regocijo. Donde los ríos son océanos, montañas con lagunas, prados y animales. Donde el hombre convive con la naturaleza y la felicidad puedes conseguirla sin necesidad de guerrear o vivir de oro y vino. Como en todos los pueblos hay diversidad de caracteres, por ello en este también existen guerreros con necesidad de conquista, sus descendientes viven ahora en Hungría.

El pueblo udmurto se estableció en la zona cercana a los Montes Urales del Norte. Era una zona que fue recorrida por hordas originarias del Turkestán y del Altai. Estos pueblos pasaron por aquellas tierras y los udmurtos aceptaron su soberanía pues les era indiferente un reino u otro. Eran tierras sin oro, sin pastos, de duras condiciones climáticas y el hecho de la belleza no atraía a pueblos sedientos de luchas y riquezas. Por ello aceptó pacíficamente a los tártaros y posteriormente a un imperio en auge, el ruso (1558). Este pueblo magiar siguió viviendo a su modo y estilo y conviviendo con la naturaleza ha llegado hasta nuestros días.

Poco a poco Rusia iba colonizando el Asia Septentrional y con ello trazaba caminos, carreteras y el ferrocarril; de esta forma los magiares veían cómo una nueva raza, la eslava, construía ciudades enormes, edificaban fábricas y núcleos urbanos que eran moles de acero. De esta forma nacieron las grandes ciudades: Izhevsk (1760), Sarapul (1780). Los udmurtos veían como llegaba un pueblo con una cultura y una religión diferente. Los tártaros, una vez habían sucumbido ante el nuevo zar Iván IV, comenzaban a integrarse en la zona fronteriza a Kazán, por ello venían a Udmurtia en búsqueda de aprender cómo se puede vivir en esos territorios tan inhóspitos. Los rusos venían y observaban cómo vivían personas tan felices y sin causarles problemas. Por ello olvidándose de ese territorio salvaje, se dedicó a la explotación mineral de las reservas del país. Pero como en todo pueblo existen diversos tipos de personas, algunos eslavos quedaron maravillados ante tal naturaleza y por ello allí se quedaron con sus canciones eslavas mezcladas con el folclore udmurto.

A diferencia de las grandes ciudades creadas por los eslavos, ciudades-estado satélites de las grandes capitales (Moscú, y San Petersburgo), donde se trabaja para construir la Gran Rusia y por puesto competir con el extranjero en la sociedad actual. A diferencia, como digo, en los pueblos udmurtos se vive ajeno a este ajetreo; son pueblos con gran serenidad, donde se reúnen en las fiestas populares junto a un acordeón y se cantan canciones épicas de los viejos rusos y udmurtos en tierras lejanas. Allí se fraguan caballos y viven en casas construidas con la madera de los bosques circundantes.

Viven en casas parecidas a las tradicionales finesas, casas de invierno y casas de verano junto a un pequeño huerto donde se cultivan patatas para todo el año. Casas almacén y lugares ornamentados con toda la belleza udmurta. Decoradas con alfombras y tapices rameados, con baúles y muebles de madera de pinturas características. Casas donde una habitación hace de dormitorio y comedor. Donde el catre familiar pasa a situarse encima del horno para pasar las frías noches de invierno. No quieren un Ferrari inservible en aquellos caminos, no saben ni les importan si se ha subido a la Luna; sólo saben que desde siempre allí han vivido, cazando en invierno y en verano, utilizando esquíes que no se llaman "Solomon", ni ropa sintética de fibra polar extra-light con gorros isotérmicos, sino que tienen pieles, madera, cáñamo y seda y con ello viven en el invierno, se mueven en la nieve y junto al "baño ruso" y un vaso de aguardiente (vodka) son felices de por siempre y para siempre.

No llevando una dieta mediterránea, utilizan la manteca y el pan, crían gansos y vacas, la abundancia son las setas y bayas silvestres que junto a las patatas y coles de las cosechas y el requesón de leche de vaca forman increíbles recetas culinarias. Las tradiciones son muy importantes: manteles floridos para guisos calientes y blancos de cáñamo para solemnes acontecimientos (nacimientos y matrimonios). Las fiestas siguen siendo lugar de encuentro. Unos más importantes que otros, hacen que la gente sea feliz y siga confiando en la cosecha y la naturaleza.

Todo esto es muy bonito pero hay que tener en cuenta diversos factores que existen. La televisión ha llegado y entra en la vida de una sociedad que centra la envidia en la tenencia o no de un caballo. Con el régimen zarista y posteriormente la soviética, el pueblo se aisló de la sociedad de consumo, un aislamiento que puede venir desde el primer Australopitecos. Por ello la influencia de la televisión occidental en esa vida puede engañar a una sociedad como esa. Por ejemplo, qué puede pensar un udmurto al ver "Los Vigilantes de la Playa". Mediante la televisión se puede influir en un pueblo hasta el punto de desestabilizarlo y convertirlo en uno más de los satélites de América, creando pobreza a cambio de deseo.

por Juan

P.S. (tanto Juan (94-95) como yo, jOrgE (99-00), hemos vivido en Izhevsk, capital de la República de Udmurtia, durante 10 meses)

martes, 30 de agosto de 2005

Kazan - Julio 2005

Kazán es la capital de la República de Tatarstán, una región con petróleo e industria química que se está desarrollando muy rápidamente. Ahora mismo están terminando de prepararse para la celebración del mil aniversario de la ciudad, fundada por los tártaros de la Horda de Oro. El grueso de las festividades va a tener lugar entre el 20 y el 30 de agosto de 2005, en el cuál la ciudad estará literalmente blindada. Dicen que habrá dos policías por cada habitante de la ciudad, que suponen alrededor de un millón.

Además, todo el mundo teme que haya un atentado terrorista. Curioso, porque la población de origen tártaro (conforman la mitad de la república) es musulmana (aunque la mayoría son muy light, por decirlo de alguna forma). De hecho su presidente fue uno de los primeros en apoyar públicamente a Putin en su guerra contra los chechenos.

Tatarstán tiene una autonomía bastante grande. Gestiona una buena parte de los impuestos que recauda y todas las señalizaciones públicas, más las de las tiendas y comercios, están en ambos idiomas, tártaro y ruso. No hay problemas aparentes entre tártaros y rusos, únicamente que a los tártaros no les gusta mucho que les trates a ellos y a los rusos como si de una misma cultura se tratara, en seguida te responden que ellos son musulmanes. Por lo demás, una cosa que consiguió, a medias, la Unión Soviética, es integrar a todos sus pueblos y nacionalidades. Ejemplo claro, el de mi amigo Román, cuyo padre es tártaro y la madre judía. Él dice que es ruso y aquí paz y después gloria. Si no te cuenta la historia, sólo puedes darte cuenta de que una mezcla rara hay cuando te percatas de que en su casa no se come cerdo. Por lo demás, más rusos que Putin. Por supuesto, ninguno de sus progenitores es practicante asiduo.

P.D. (incluyo una fotografía, ya el 30 de agosto, de las celebraciones, con la patrulla del ejército Caballeros del Aire)